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martes, 31 de julio de 2012

Vomito pajaro por brujeria

Estremecedor es el testimonio de Claudia Rocío Aros Calderón, una maestra de un colegio primario, a quien le sucedió algo inimaginable: alguien le hizo un trabajo de brujería y de ahí se desencadenó una maldición que su padre trajo consigo por ponerse a jugar con una tabla ouija hace 32 años. A través de tres demonios, Satanás se reveló y casi la deja "sin poder contar el cuento".
“Desde el año pasado empecé a sentir cosas extrañas: siempre estaba enferma, el médico me incapacitaba y hasta estuve propensa a una embolia”, da cuenta Claudia Rocío, quien en ese momento no hallaba explicación a sus males, ya que los resultados de los exámenes le salían normales. Siempre fue una mujer completamente sana.
Con motivo de sus 23 años de casada, Claudia celebró en diciembre la renovación de los votos matrimoniales, pero a partir de la fecha su estado de salud se deterioró con más rapidez. Explica que presintió que alguien -por envidia- quería separarla de su esposo.
De experimentar insoportables achaques físicos, Claudia comenzó a ser poseída por "ángeles caídos". Los cambios en su cuerpo se evidenciaron en su organismo y en su piel. “Me dolía mucho el estómago y luego me salieron manchas en el abdomen y rasguños en la piel”, revela. El cura de la parroquia de su barrio le dijo que su situación era de cuidado y le aconsejó visitar al padre Mauricio Cuesta, director de la Comunidad Misioneros Marianos. Allí le practicaron oraciones de liberación.

“En la primera oración de liberación que hicieron por mí, me caí. Una fuerza extraña me azotaba contra las paredes y después me aparecían chichones. Apenas el padre Mauricio atacaba al demonio con los rezos, el diablo me agredía peor: inmediatamente me aparecían rasguños que me hacían sangrar, acompañados con símbolos. Por ejemplo, tres números 6 en la espalda -que significan el nombre de la bestia, del anticristo- la palabra ‘Mía’ y ‘Muere’. Cuando iba a ofrecer el diezmo, me aparecía un letrero grande con un ‘No’”.
La víctima cuenta que, misteriosamente, en varias ocasiones una de sus dos nietas (con año y medio de edad) se ponía en frente de la pared como si viera un fantasma y le hablaba "regañándolo". “Recuerdo que celebrando el Día de la Madre yo tenía a la niña sentada en mis piernas y ella empezó a pelear. Decía: -Chao, que no, que no. Chao- Tan pronto la bajé me cogieron del cabello y me mandaron contra la mesa de vidrio”, describió.
Eran tal sus achaques que tuvo que suspender su trabajo como docente. El demonio no la dejó regresar al colegio, donde sus estudiantes la esperan, ahora que se ha sanado por completo.
El reconocido sacerdote Mauricio Cuesta, exorcista de tiempo completo desde hace 19 años años, expuso de forma detallada cómo hizo para liberar a Claudia del mal.
“Un exorcismo litúrgico es cuando una persona, por voluntad propia, le ha vendido su alma a Satanás. En el caso de Claudia se le hizo una liberación, que consiste en Eucaristía, oración y comunión diaria y confesión mensual”, sugirió.
Durante el acto religioso, un balde se llenó hasta la mitad con la sangre que escurría de la vagina de Claudia. En efecto, los "ángeles caídos" que la dominaban por completo eran: Asmodeo, el demonio de la impureza, de la lujuria, destructor de los hogares; Belcebú: el príncipe de los demonios; y Leviatán, monstruo que se oculta en las aguas. Los tres, son asociados con Satanás.

creditos:informe21.com

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